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La Resistencia: ¿dividida?

No se revela ningún secreto al afirmar que hay una división latente en la nunca pretendidamente reorganizada Resistencia que encabezó el Obispo Williamson (q.e.p.d). Demuestra esto diferencias doctrinales en cuestiones de importancia que se dan en los diversos grupos de sacerdotes y obispos que la integran. Diferencias en relación al sedevacantismo, tolerado o incluso defendido por unos y defenestrado y rechazado por otros. Diferencias en torno a la validez del nuevo rito de consagración episcopal —aunque en este punto parece claramente mayoritaria la opinión de, al menos, duda prudente—. Diferencias también respecto a la aceptación de las últimas consagraciones del Obispo Williamson (a saber, las de Giacomo Ballini, Paul Morgan, Michal Stobnicki y, probablemente, la de Viganó sub conditione). En relación a esto último, es llama la atención la actitud del blog afín a la Resistencia y fanáticamente antisedevacantista de Non Possumus; que rehúsa hablar de estas últimas consagraciones del Obispo Williamson. Al contrario, constantemente está promocionando contenido y material del canal de Youtube conservador y semitradicionalista español de Agnus Dei Prod, regentado por «sacerdotes» ordenados por el nuevo rito y birritualistas.
Señalando esta realidad no se pretende atacar el legado que ha dejado Su Ilustísima Don Ricardo, sino más bien apuntar a ello como un problema que debe ser resulto. No es posible a estas alturas seguir sin hablar claramente de las graves dudas que presenta el nuevo rito de consagración episcopal de Montini. No es posible tampoco deslegitimar la conclusión sedevacantista. Todo esto lo consideró el propio Arzobispo Lefebvre, como hemos escrito en este cuaderno de bitácora. Parece absurdo que la Resistencia entonces se obstine en una sectaria posición de extrema derecha de la neoHermandad. En una suerte de absolutización obtusa del Reconocer y Resistir, ubicada en una oposición total al acuerdo que sigue empeñándose en reconocer tozudamente la legitimidad de los Papas que han promovido y mantenido el herético Vaticano II y magisterio posterior. Una postura rayana el galicanismo falibilista del que injustamente han acusado al Arzobispo Lefebvre pero del que parece que sí están haciendo gala algunos de sus seguidores. Esto conlleva a echar por tierra la misma asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia y la infalibilidad del Papa. Los cambios heréticos del Vaticano II no aparecieron de casualidad, sino que tienen unos responsables y, como tal, esto choca precisamente con el dogma de la infalibilidad del Papa.

Ante una más que probable claudicación de la Hermandad de San Pío X, parece lógico presentar una organización fuerte y organizada, ciertamente que se pretenda continuadora del legado del Arzobispo Lefebrve, pero también del que ha emprendido el Obispo Williamson, abriéndose, como hizo el propio Lefebvre, a un sedevacantismo no dogmático que se ve mucho más claro que hace treinta y siete años y corrigiendo o afirmando conclusiones que, precisamente, el no hacerlo ha sido la causa de la actual crítica situación de la obra del San Atanasio de nuestros tiempos.

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