Es sabido ya que la Hermandad Sacerdotal de San Pío X necesita obispos. También que va a pedir permiso a la Roma modernista para consagrarlos y que, aunque Roma se oponga, los consagrará igualmente. Esta es una medida hecha para contentar a los dos sectores existentes en la HSSPX, a saber, los acuerdistas y antiacuerdistas , pues con el permiso a Roma se contenta al sector más liberal afín a la Hermandad y con la decisión de consagrar igualmente se pretende tranquilizar al sector «duro». Pero no debemos caer en la trampa. Esta forma de proceder no tiene ningún tipo de justificación, pues no estamos en 1988. La crisis de la Iglesia, aunque tiene el mismo origen en el Vaticano II, está más que consolidada y asentada, al punto de que ya no queda nada de católico en la secta vaticanosegundista, más allá de lo nominal o de algún fiel anciano despistado. De hecho, si bien es cierto que el Arzobispo Lefebvre había pedido permiso al Vaticano para las consagraciones de 1988, no se hizo así, en
«El formarnos una idea del Anticristo la más clara, la más justa, la más verdadera que nos sea posible, parece no solo conveniente, sino de una absoluta necesidad. Sin esto, podremos con razón temer que este Anticristo se nos entre en el mundo, que lo veamos con nuestros ojos, oigamos su voz y recibamos su ley o su doctrina, que admiremos sus obras y prodigios, sin haberlo conocido por Anticristo, ni aun siquiera entrado en la menor sospecha». Rvdo. P. D. Manuel Lacunza y Díaz (1731-1801) de la Compañía de Jesús. Es cosa común de nuestros días, al abordarse el milenarismo, que buena parte de sus partidarios se oponga con desmesura a la posibilidad de una cierta Restauración precedente a la Parusía, y en ello abjuran de cualquier política saludable y aun del legítimo Rey Católico, pecado severo ( Mirari vos ). Sin embargo, ni toda lectura milenarista es concordante en sus deducciones, ni este presente escrito tiene por fin el desacreditarles conjuntamente, pero sí creemos necesario pre