El baño al aire libre en playas y piscinas es higiénico y saludable, puede ser un honesto modo de solaz recreación, en sí no es malo y por tanto lícito. Sin embargo, con pretexto de la higiene, salud o descanso se cometen hoy los más graves escándalos (1). No se trata de cohibir la natural, lícita, sana expansión y uso de los bienes que Dios ha otorgado al hombre para su conveniente higiene y recreo del cuerpo y del espíritu, pero de ningún modo está permitido y es pecado grave el que, aprovechando tales ocasiones, se abandonen las costumbres honestas y se consienta el desenfreno de los vicios, se dé lugar al desnudismo sin pudor, se perviertan las almas por el escándalo... Algunas veces, el respeto humano, otras, un desviado concepto de la higiene o de la elegancia, muchas, la sensualidad y la concupiscencia son causa de graves equívocos, errores acerca de lo que es permitido y de lo que es prohibido en este tema, con gravísima ruina para las almas. Conviene pues, señalar los princip