Una de las herejías más expresas del conciliábulo Vaticano II es la constante afirmación de que las falsas religiones son buenas e incluso salvíficas y santificadoras, o que los herejes cismáticos orientales y los herejes protestantes que pertinazmente rechazan la Fe Católica, pueden encontrarse en el camino de salvación. Según el conciliábulo, la Iglesia de Cristo no sería sólo la Iglesia Católica, sino que abarcaría un concepto más amplio en el que se encuentra casi cualquier secta protestante. Básicamente se niega la identificación total entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia Católica (incluyéndose al protestantismo como parte de la Iglesia de Cristo), y el hecho de que sólo por la Iglesia Católica puede el hombre salvarse. Los herejes que redactaron los textos, emplearon a menudo –deliberada y maliciosamente– expresiones muy ambiguas rodeadas de buenismo en las que cabe casi cualquier interpretación, pero en ocasiones les es inevitable, para hacer su Revolución, incurr...