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Las siete Iglesias del Apocalipsis

Cristo es el Rey y el Señor de los tiempos, la historia del hombre no es una mera sucesión de acontecimientos arbitrarios sino que hay un significado escatológico y trascendente en los hechos que configuran la historia de la humanidad. De alguna manera, Dios va llevando a las distintas generaciones por derroteros ya previstos en su infinita Providencia. 

Hace unos 6000 años, se produjo la caída de Adán y Eva, nuestros primeros padres. Podemos decir que comienza aquí, en el linaje humano, la lucha entre las dos ciudades, la disputa entre Dios y el Diablo, cuyo campo de batalla es el propio hombre, y que culminará con el Juicio Final y la victoria definitiva de Cristo sobre Satanás en el Fin del mundo.

Para redimir del pecado original al hombre y que éste pueda salvarse, Dios preparó un pueblo, de la estirpe de Abraham, para encarnarse en uno de sus descendientes y mediante su Sacrificio, conquistar el Cielo para los elegidos. Dios selló una alianza con Moisés y le entregó los Diez Mandamientos, completados con el resto de la Ley Mosaica, para que fuera el pueblo judío el que recibiera al Salvador. De Adán a Moisés van unos 2500 años, y de Moisés a Cristo, unos 1500. Con Cristo se completa la Revelación y queda superada la Ley Mosaica en la Nueva Alianza, con la que Dios se dirige, no ya sólo a los judíos, sino a todo el género humano para la conversión de los hombres a Jesucristo en el seno de la Iglesia Católica, fundada para tal fin. Es el comienzo de la Era Cristiana.

Al igual que en la época de la Antigua Alianza –a través de la Sagrada Escritura y los profetas– Dios orientaba a su pueblo y le permitía conocer el momento histórico que este atravesaba en relación a la cronología sagrada, también ha querido Dios que el pueblo de la Nueva Alianza –los católicos– puedan tener alguna idea de la fase histórica en la que se hallan. En este sentido, entre otras muchas gracias inmerecidas de la Providencia, hemos recibido a través de San Juan el Apocalipsis; libro sagrado que cierra la Biblia. El Apocalipsis se focaliza en las cosas que han de suceder en los Últimos Tiempos del Mundo, pero también nos explica otros hechos precedentes. Las siete cartas a las siete Iglesias, constituyen una parte esencial del Apocalipsis, en ellas aparece explicada, según los Santos Padres, toda la historia de la Iglesia. Cada carta a cada Iglesia, es una fase distinta dentro de la Era Cristiana. Acogiéndonos a las explicaciones de los Santos Padres y en parte también a la interpretación de Leonardo Castellani, podemos ver así la historia de la Iglesia Católica:


Iglesia de Éfeso (33 - 64):

Es la época de Pentecostés en la que la Iglesia tiene su primera expansión. La primera evangelización de los tiempos apostólicos, que empieza a impregnar de catolicismo a miles de hombres. De esta época son las primeras comunidades cristianas, asentadas a lo largo del Imperio Romano y también más allá de sus fronteras. La Iglesia recibe un gran impulso de la Providencia, a través de la obra directa de los apóstoles.


Iglesia de Esmirna (64 - 311):

Esta época empieza con la persecución de Nerón, que como señala San Juan, será la primera de diez persecuciones por parte de los emperadores romanos. La característica de esta época, es la creciente expansión de la Fe gracias al valor de los cristianos, como diría Tertuliano; «sangre de mártires, semilla de cristianos». Las persecuciones culminarían a principios de siglo IV con la de Diocleciano, la más dura de las diez.


Iglesia de Pérgamo (311 - 500):

Esta época comienza con el  Edicto de Tolerancia de Nicomedia del emperador Galerio, que pone fin a las persecuciones, seguido en el año 313 por el Edicto de Milán –que da libertad de religión a los cristianos– y, tras casi un siglo de pugna permanente entre cristianismo y paganismo, al fin, en el año 380, el Edicto de Tesalónica, por el que la Religión Católica pasa a ser la oficial en el Imperio. 

Ante una sociedad que empieza a ser mayoritariamente cristiana, y con unas instituciones políticas que dejan de perseguir a la Religión verdadera y comienzan a favorecerla e impregnarse de ella, el Diablo ideará otra artimaña para destruir la Fe: las herejías. Las herejías empezaron a existir ya en tiempos de los apóstoles, pero en los siglos IV y V adquieren suficiente fuerza como para poner en aparente peligro la propia continuidad del catolicismo. Son especialmente devastadoras en la época el arrianismo y el gnosticismo. Lo distintivo de la Iglesia de Pérgamo son los Padres y Doctores antiguos, como San Agustín, que defienden con la apologética y la teología la Fe frente los herejes, haciéndola prevalecer, y contribuyendo a definir y consolidar la doctrina de la Iglesia.


Iglesia de Tiatira (500 - 1500):

Esta es la época más gloriosa de la Iglesia hasta la fecha, es la época de la Cristiandad, que alcanza su apogeo en el siglo XIII. La característica de esta época es la instauración del Reinado Social de Cristo sobre las ruinas del Imperio Romano. No está exenta esta época de problemas, el Diablo se sirve Mahoma y sus seguidores para tratar de romper la Cristiandad, así como de nuevas herejías, como la de los cátaros, o la corrupción de algunos reyes y prelados de la Iglesia, como ocurrió especialmente en el siglo X.

La Iglesia de Tiatira, a través de España, deja una última gran obra, el descubrimiento y primera evangelización de América.


Iglesia de Sardes (1500 - 1789):

«Tienes nombre de que vives, pero en realidad estás muerto», San Juan está hablando del Renacimiento, empieza la Iglesia de Sardes. La corrupción de lo mejor, es la peor, así que el hundimiento de la Cristiandad será terrible. Al nominalismo le sigue el protestantismo, y éste abre el camino a la derrota católica en la Paz de Westfalia, que implica la sustitución de la Cristiandad por la moderna civilización de Estados europeos, desarraigada ésta de la catolicidad. 

Frente a la amenaza protestante y humanista, San Juan manda a los fieles guardar y apegarse a la Tradición. El Concilio de Trento sistematiza de una manera brillante toda la Tradición de la Iglesia, y es su doctrina, la que manda San Juan guardar en medio de tantas innovaciones revolucionarias.


Iglesias de Filadelfia y Laodicea (1789 - actualidad):

Estas son las Iglesias del Fin de los Tiempos. Las características de la etapa de estas dos Iglesias son las siguientes:

- Gran Apostasía y progresiva reducción de la Iglesia a un reducido resto fiel en un contexto anticristiano.

- El Evangelio habrá sido predicado ya en todos los confines de la Tierra.

- Tibieza, incredulidad, indiferentismo y hedonismo masivos en la sociedad.

- Preparación de la sociedad para el reinado del Anticristo.

- Conversión de parte de los judíos.

El advenimiento del Anticristo, según algunos autores, es probable que venga precedido por una Restauración católica temporal tras la apostasía que estamos viviendo. La apostasía actual vendría seguida de un gran castigo purificador (La Salette, Fátima), comparable al del Diluvio Universal. Después del gran castigo, habría una restauración de la Cristiandad en todo el mundo, cuyo colapso dará paso al reinado del Anticristo, muy breve pero desgarrador –con la mayor persecución de la Fe en la historia–. Quizás la marca de la Bestia guarde alguna relación con el fenómeno del transhumanismo; será un mecanismo que obstaculice la voluntad de las personas hacia Dios y margine a los cristianos que se resistan a aceptarla. La «vacuna» covidiana podría ser la misma, o, más probablemente, un precedente mitigado de esta marca del Anticristo. Finalmente, Cristo triunfará y vendrá el Juicio Final y el Reinado definitivo del Señor con los ángeles y los Santos en el Cielo.

Para nosotros, los cristianos de esta época, es menester –además de perseverar en la Fe y preferir la muerte antes que cometer un solo pecado– guardarnos especialmente del mundo, porque la apostasía y la influencia demoníaca impregnan el orden social en esta época más que en ninguna otra anterior de la Era cristiana. Nuestro tiempo es figura de lo que sucederá en la Gran Apostasía previa al Anticristo, y el modernismo –colector de todas las herejías– encaja perfectamente con la tibieza referida por San Juan acerca de la característica de estos tiempos decadentes y finales.

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